El río Bermejo se descontroló y parece que se tomó muy en serio eso de expandirse, porque ya está causando estragos en el norte de Salta y el Chaco, ¡hasta al límite de Formosa se ha metido! Las casas están más mojadas que una pileta olímpica, las familias están aisladas cual islas en medio del océano y ni siquiera Aquaman podría llegar con ayuda por esos caminos imposibles de transitar. ¡Una locura total!
En lugares como Las Vertientes, Larguero y El Chañaral la cosa está color de hormiga brava, con el agua rodeando las casas como si fueran barquitos de papel en una bañera. ¡Pero no termina ahí! El Chaco salteño también está en aprietos, con pueblos que parecen estar en una burbuja sin recibir ayuda, cortes de luz y el agua potable desaparecida en combate. La empresa de agua del Chaco está haciendo malabares para que la inundación no les arruine el día y puedan seguir brindando el líquido vital a la gente. ¡Un trabajo titánico!
A pesar de que en algunas zonas los niveles del agua están bajando, como en los ríos Grande de Tarija e Iruya-Pescado, la situación sigue siendo grave en el Río San Francisco. Parece que el agua se está tomando su tiempo para irse de fiesta y dejar tranquilos a los habitantes. Rivadavia Banda Norte está más rodeada de agua que un castillo en un foso, ¡pero al menos no han tenido que evacuar a nadie aún! En cambio, en la Ruta Provincial 13 la cosa está para mojarse los pies hasta los tobillos.
El intendente interventor de Morillo, Marcelo Córdova, está cruzando los dedos para que un helicóptero llegue al rescate y puedan empezar a repartir ayuda a diestra y siniestra. La cosa es que la ayuda es como un cumpleaños en cuarentena, limitada por cuestiones logísticas. ¡Una pena!
Hace unos días, el río decidió batir su propio récord de altura y dejar a todos con la boca abierta, obligando a la gente a abandonar sus hogares y a algunas comunidades a quedar en modo ermitaño. La Gracia estaba más empapada que un bizcocho en café, y pueblos como Santa Victoria Este, Misión La Paz y Monte Carmelo estaban pasando un mal momento con tanto agua dando vueltas. La mayoría de los evacuados ni siquiera tenían un paquete de galletitas para pasar el trago amargo, ¡una locura!
La policía tuvo que sacar a relucir sus habilidades náuticas y salir en gomones a repartir ayuda a diestra y siniestra, ¡como si fueran los héroes de una película de acción acuática! Las defensas que debían frenar al río se rindieron ante su poderío, dejando a las familias sin más opción que buscar refugio en lo más alto. ¡Menos mal que no son ranas!
Y por si fuera poco, las autoridades están en modo profeta del diluvio, advirtiendo a la gente sobre posibles enfermedades como el dengue o la leptospirosis. ¡Las aguas estancadas son el caldo de cultivo perfecto para esos bichitos indeseables! El gobierno está desplegando equipos médicos como si fueran los Vengadores, atendiendo a la población y repartiendo insumos sanitarios para que nadie se ponga malo. ¡Que no decaiga la fiesta del río Bermejo!