Ubicado a 40 kilómetros al norte de la capital de San Juan, Matagusanos es un paraje casi deshabitado donde solo reside la familia Díaz. Surgido en la década del treinta por la llegada del ferrocarril, el lugar vio declinar su población y actividad económica con el paso de los años, llegando a contar actualmente con una sola familia como habitante permanente.

La historia de Bárbara, hija de Raúl, refleja la difícil realidad del lugar, donde la falta de servicios básicos como asistencia médica, agua corriente y electricidad constante marcan la vida cotidiana. La extrema aridez del clima local ha llevado a que el paraje sea conocido como Matagusanos, en alusión a la dificultad de sobrevivir en esas condiciones.

A pesar de su aislamiento, la zona cuenta con atractivos naturales como cerros coloridos, una mina de arcilla, una reserva ornitológica y el área donde cayó una antigua lluvia de meteoritos. Sin embargo, no está preparada para recibir visitantes ni forma parte de circuitos turísticos organizados.