El piloto de combate, cuyo primer encuentro con la guerra ocurrió el 1 de mayo de 1982 durante un ataque a la Base Cóndor en Darwin, falleció a los 78 años. Había sido condecorado por su valentía en combate. En aquella misión, participó en vuelos rasantes para obstaculizar las operaciones de helicópteros enemigos y evitó un impacto de misil entre dos aviones. Posteriormente, realizó misiones para neutralizar posiciones enemigas y sobrevivió a un incendio en su avión antes de eyectarse con éxito. Tras caer en paracaídas, fue rescatado por un helicóptero argentino en una arriesgada operación nocturna no autorizada.
Durante su tiempo como prisionero de guerra, compartió un reducido espacio con otros compañeros en condiciones precarias, incluyendo escasez de alimentos y falta de higiene. Tras cuarenta días en cautiverio, planificó un intento de fuga que fue frustrado. A pesar de las dificultades, lograron mantener el ánimo en situaciones humorísticas, como cuando fueron obligados a correr desnudos para bañarse por primera vez.
El piloto recordaba con detalle su experiencia, incluyendo el descubrimiento de armamento estadounidense en manos enemigas. Su historia es un testimonio de coraje y supervivencia en medio de la adversidad durante el conflicto bélico.