En 1910, la infanta María Isabel Francisca de Borbón y Borbón fue elegida para representar a la monarquía española en las conmemoraciones por el centenario de la Revolución de Mayo en Argentina. Su llegada a Buenos Aires generó gran expectativa en la capital en pleno crecimiento, con destacadas obras arquitectónicas en marcha.
En un contexto de tensiones sociales y protestas, la infanta fue recibida con honores y recorrió diversos lugares emblemáticos de la ciudad. Durante su estadía, participó en eventos protocolares y culturales, siendo reconocida como "la madre de la patria" por los argentinos.
Tras su regreso a España, la infanta continuó con sus compromisos oficiales, siendo nombrada alcaldesa honoraria perpetua de Segovia. En sus últimos años, enfrentó problemas de salud y falleció en 1930. En 1990, los restos de la infanta fueron repatriados por el rey Juan Carlos I y descansan en la Colegiata de la Granja de San Idelfonso.